Observar este edificio desde cualquier perspectiva es un placer para los sentidos. Foto: Marco Cevat. Flickr.

Todos tenemos en nuestro imaginario el símbolo arquitectónico de la playa de la Caleta. Hay que decir que también lo es de la ciudad. Al menos, de los primeros en el ránking. Una construcción que desprende luz. Su blancura y singular fisonomía ha sido y es retratada continuamente por gaditanos y visitantes. ¿Qué es eso que hace que la simple visión del Balneario de la Palma sea tan especial? ¿Qué le da esa imagen que a veces parece sacada de un escenario de ficción? No podemos responder a esta pregunta, aunque varios cineastas ya lo han hecho protagonista en sus producciones. Lo que sí tenemos claro es que ver este lugar en Cádiz desde cualquiera de sus perspectivas es un auténtico placer para los sentidos.

Con vistas al castillo y al faro de San Sebastián, este edificio, construido en la década de los veinte, se caracteriza por dos galerías laterales que parecen abrazar el mar y sus elementos se enmarcan en la estética clásica.

Dicen que su cúpula recuerda a los balnearios de Brighton, en Inglaterra. Obra de Enrique García Cañas, sobre ella trabajó el arquitecto provincial Juan José Romero Aranda, que introdujo algunas modificaciones. Consta de un pabellón de acceso y el balneario propiamente dicho, levantado sobre pilares.

Fue inaugurado en 1926 y sustituía a los tradicionales Baños del Real, una instalación de madera de comienzos del siglo XIX, junto a los que se situaban los de la Palma, de estructura similar. Más tarde, ambos se unificaron bajo la denominación del Real y de la Palma. Su uso, en esta década, estaba destinado a ser una alternativa de ocio a los habitantes del centro de la ciudad, para evitar que tuvieran que trasladarse a lo que hoy día es la Playa Victoria.

¡Suerte tenemos de tener en la actualidad una ciudad tan bien comunicada!


Hoy día, la construcción es sede del Centro de Arqueología Subacuática (CAS). Foto: Pepe Rodríguez. Flickr.

Entre 1936 y 1943, el Balneario alojó una Escuela de Flechas Navales. También sirvió como sala de proyecciones.

En 1958 la Diputación Provincial transfirió su titularidad al empresario, José Paredes González de la Torre, que lo dedicó a actividades lúdicas, banquetes y fiestas.

En 1975 y tras un frustrado proyecto hostelero, la construcción cayó en el abandono hasta que fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 1990 por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Tras la consecución de obras de emergencia, se decidió un uso administrativo, convirtiéndose en lo que es hoy: la sede del Centro de Arqueología Subacuática (CAS), del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.

El proyecto de restauración definitiva de este emblemático monumento fue labor de los arquitectos Antonio Martín Molina, Montserrat Díaz Recaséns y José María Prieto Gracia.

El CAS se puede visitar siempre que se realice un solicitud previa.

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