Algunas de las cosas que echamos de menos de Cádiz cuando no estamos en Cádiz

Por patagoniasur | 04 de marzo de 2016 | 0 comentarios

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Todas las mañanas se oye el murmullo de la gente, las prisas, el metro, el olor metálico de los raíles bajo tierra. Miramos hacia arriba y el cielo corona la ciudad, casi rozando los enormes edificios y monumentos históricos.

Caminamos en una búsqueda constante, de casa al trabajo, del trabajo a casa, mientras millones de rostros desconocidos parecen sentir exactamente lo mismo. Observan el mar a través de las pantallas.

A veces nos topamos con un refugio urbano que huele a hojas verdes y a tierra mojada. Entonces, decidimos pasar un rato allí y vuelve la calma. En ese momento, la imagen del horizonte aterriza en nuestra mente y un deseo que no podemos reprimir nos hace volar hasta Cádiz.

¿Qué es lo que se echa de menos de Cádiz?, nos preguntamos, y una lista interminable de sensaciones y situaciones parecen no encontrar papel para expresarse… Pero como imaginarlo no es lo mismo que vivirlo, ¡hay que venir a Cádiz! Mientras tanto, aquí compartimos algunas de esas cosas que siempre hacen que tengas ganas de volver…

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1- El aire oxigena tu mente en un paseo por la playa, desde Cortadura a la Playa de las Mujeres, hundiendo los pies en la arena seca o dejando que el agua fría los alcance por la orilla.

2- La luz blanca limpia y hace ligeros los edificios.

3- Una mañana en Plaza Mina y almuerzo en la esquinita de Veedor. El café, en el Mentidero, antaño Plaza de Méndez Núñez, que inspiró a la escritora gaditana la “Gitanilla del Carmelo”.

4- Un concierto en El Pelícano tomando una copa. Un local de enclave privilegiado en el que disfrutar de todo tipo de actuaciones en directo y que queda muy cerquita de nuestro hotel.

En un descanso, bajamos por la cuesta de Santa María del Mar simplemente para respirar y escuchar el misterioso murmullo de las olas y a los grupos de gente con sus guitarras.

5- Perderse por las calles de El Pópulo, como si viviéramos en otro tiempo, topándonos de repente con una sorpresa al doblar cada esquina. Nos quedamos un rato mirando el duende del callejón.

Luego seguimos hacia la Catedral, visualizando un mercado medieval al lado del mar (si dicen que Cádiz es ciudad trimilenaria será por algo), con sus olores a pan y a queso, a especias y artesanía.

6- El sabor de una caballita con pirriñaca en un rinconcito de La Caleta, donde los colores al atardecer parecen salidos de un cuadro surrealista.

7- La plaza de las Flores y el Mercado…, mucho más que un mercado, un sitio para encontrarnos con los amigos con una cervecita en la mano, entre puestos de tapas y variedades culinarias de todo el mundo.

Son aquellos días en que, por mucho que tengas que hacer, siempre encuentras un hueco para dejarte envolver por la gente.

8- Llegar hasta el Castillo de San Sebastián y darse un baño.

9- Las macetitas del callejón que lleva a la Plaza Pinto.

10- Un paseo por la Alameda hasta la Punta de San Felipe, hasta el final del todo, y descubrirnos observando a los pescadores desde la balaustrada.

Ya que hemos llegado hasta aquí, ¿por qué no probar los clásicos dobladillos del Bar Manolo?

Podríamos seguir, pero este post se haría demasiado largo...

Sólo queda una cosa… planear nuestra próxima vista para volver a sentir el latido de Cádiz desde dentro.<:en>patagonia-sur-campo-del-sur-cadiz


Todas las mañanas se oye el murmullo de la gente, las prisas, el metro, el olor metálico de los raíles bajo tierra. Miramos hacia arriba y el cielo corona la ciudad, casi rozando los enormes edificios y monumentos históricos con una bruma que densifica el ambiente.

Caminamos en una búsqueda constante, de casa al trabajo, del trabajo a casa, mientras millones de rostros desconocidos parecen sentir exactamente lo mismo. Observan el mar a través de las pantallas.

A veces nos topamos con un refugio urbano que huele a hojas verdes y a tierra mojada. Entonces, decidimos pasar un rato allí y vuelve la calma. En ese momento, la imagen del horizonte aterriza en nuestra mente y un deseo que no podemos reprimir nos hace volar hasta Cádiz.

¿Qué es lo que se echa de menos de Cádiz?, nos preguntamos, y una lista interminable de sensaciones y situaciones parecen no encontrar papel para expresarse… Pero como imaginarlo no es lo mismo que vivirlo, ¡hay que venir a Cádiz! Mientras tanto, aquí compartimos algunas de esas cosas que siempre hacen que tengas ganas de volver…

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1- El aire oxigena tu mente en un paseo por la playa, desde Cortadura a la Playa de las Mujeres, hundiendo los pies en la arena seca o dejando que el agua fría los alcance por la orilla.

2- La luz blanca limpia y hace ligeros los edificios.

3- Una mañana en Plaza Mina y almuerzo en la esquinita de Veedor. El café, en el Mentidero, antaño Plaza de Méndez Núñez, que inspiró a la escritora gaditana la “Gitanilla del Carmelo”.

4- Un concierto en El Pelícano tomando una copa. Un local de enclave privilegiado en el que disfrutar de todo tipo de actuaciones en directo y que queda muy cerquita de nuestro hotel. En un descanso, bajamos por la cuesta de Santa María del Mar simplemente para respirar y escuchar el misterioso murmullo de las olas y a los grupos de gente con sus guitarras.

5- Perderse por las calles de El Pópulo, como si viviéramos en otro tiempo, topándonos de repente con una sorpresa al doblar cada esquina. Nos quedamos un rato mirando el duende del callejón. Luego seguimos hacia la Catedral, visualizando un mercado medieval al lado del mar (si dicen que Cádiz es ciudad trimilenaria será por algo), con sus olores a pan y a queso, a especias y artesanía.

6- El sabor de una caballita con pirriñaca en La Caleta, donde los colores al atardecer parecen salidos de un cuadro surrealista.

7- La plaza de las Flores y el Mercado…, mucho más que un mercado, un sitio para encontrarnos con los amigos con una cervecita en la mano, entre puestos de tapas y variedades culinarias de todo el mundo. Son aquellos días en que, por mucho que tengas que hacer, siempre encuentras un hueco para dejarte envolver por la gente.

8- Llegar hasta el Castillo de San Sebastián y darse un baño.

9- Las macetitas del callejón que lleva a la Plaza Pinto.

10- Un paseo por la Alameda hasta la Punta de San Felipe, hasta el final del todo, y descubrirnos observando a los pescadores desde la balaustrada. Ya que hemos llegado hasta aquí, ¿por qué no probar los clásicos dobadillos del Bar Manolo? Las vistas son maravillosas.

Podríamos seguir, pero este post se haría demasiado largo...

Sólo queda una cosa… planear nuestra próxima vista para volver a sentir el latido de Cádiz desde dentro.

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